El Fin de una Dinastía

Mostrando con orgullo su idiosincracia venezolana, gran delirio petrolero, Michelle Castello-Rivedeneira y su hija adolescente Soraya entraron a una tienda de departamentos en la ciudad de Miami. Era el verano de 1996 y la familia había ido a Miami de "shopping", como era lo habitual. 

Viasa

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Haciendo bombitas de gomas de mascar, Soraya, una Cher Horowitz criolla, vio como un vendedor traía cajas de zapatos a manera de columnas con una sonrisa de oreja a oreja. El vendedor sacó los zapatos y madre e hija se probaron una gran cantidad de estos. Prada, Gucci, Versace, y Chanel fueron y vinieron. 

- Me llevo este, este, este y este. - Dijo Michelle señalando tacones azules y sandalias de plataforma. - ¿Tienes este en talla 9?

Michelle sacó su American Express negra y el vendedor sintió un placer casi orgásmico al ver a la tarjeta pasar por la maquina. Había logrado vender una docena de zapatos y pronto vendería más, pues una venezolana hermosa de labios rojos y sedosa cabellera azabache entraba a la tienda.  

- Oye, las venezolanas acaban con todo. - le dijo el vendedor positivamente, con su acento cubano, a la cajera mientras Michelle y Soraya salían de la tienda cargando varias bolsas. 

Un día, Soraya despertó y vio que los noventas habían pasado, llevándose a las Spice Girls y a los Game Boy color, y había entrado el siglo veintiuno. Vino la Revolución Bolivariana, la bandera recibió una estrella nueva, la harina desapareció, RCTV se fue del aire y los lujos se extinguieron. 

Soraya entró al 2014 casada y tratando de entender una jerga nueva. Aun manteniendo su orgullo de venezolana saudita, una ridiculez anacronista para las colombianas al lado de ella, Soraya pidió un par de botas negras en una tienda por departamentos en Miami durante la semana santa de ese año. 

Soraya las observó y observó, analizando si comprarlas o no. No quería gastar los dólares - que había conseguido tan difícilmente en el mercado negro - en cualquier cosa. Soraya exhaló y observó al vendedor argentino. 

- Ay señor, no se si comprarlas. 

- Cómprelas. - Le dijo - que después vienen las brasileñas y acaban con todo. 

Soraya miró al vacío, exhalando su gloria muerta.  

El País de la Oscuridad

"Vista Imaginaria de la Gran Galeria en el Louvre en Ruinas" por Hubert Robert, 1796

"Vista Imaginaria de la Gran Galeria en el Louvre en Ruinas" por Hubert Robert, 1796

El aire decadente de la mansión, ubicada en el este de Caracas, se sintió más fuerte que nunca. La luz tenue, que iluminaba mueblería antigua y portarretratos viejos con personas suntuosas, se mezclaba en las doradas persianas devoradas por polillas y los candelabros cristalinos llenos de polvo en la noche que Robert Serra fue asesinado. Con celulares en mano, los hermanos Castello-Rivedeneira discutían el asesinato sentados en los muebles de la sala como hacía la gente de antaño (cuando la mansión era vibrante de vida). Soraya, la mayor,  - siempre elegante - gritaba sus opiniones a sus hermanos menores - Eugenia, Vannozza y Fernando - mientras su esposo cocinaba en la distante cocina de la mansión. 

- La oposición no lo mató, porque si finalmente se pusieran los cojones - y disculpame la palabra - que no tienen y gastaran los reales para matar a alguien te aseguro que no fuera a ese carajo. ¿Y sabes que? Yo no estoy feliz de eso porque uno no se puede alegrar por la muerte de alguien pero, coño, ¡Es hora de que finalmente vean que hay inseguridad! Porque ellos siempre andan con el mismo cuentico, el speech, de que no hay nada de crimen, que eso es la oposición, y la burguesía y la misma paja de siempre

- Gorda, no te parece que tiene burda de sal. - Interrumpió su esposo que cocinaba frente a ella. 

- Bueno gordo, si te parece que es burda no le pongas tanta. - Le respondió Soraya, retomando su calmada y doméstica actitud sifrina tras su molesto discurso contra el gobierno. 

- ¿Pero es que ustedes vieron lo que el dijo cuando mataron a Mónica Spear? - Preguntó Fernando - Que "quien la manda a andar en la carretera a esa horañ. Pa mi eso fue alguien que lo mando a matar.

Soraya se volteó hacia el y con el labio fruncido, replicó con un fuerte aire de seguridad. 

- Claro, de bolas que eso es un asesinato. No se llevaron nada. 

- Si a ellos los están matando en sus propias casas imagínate lo que nos queda a nosotros porque esos tipos tienen escoltas, armas, lo que te de la gana. - Dijo Vannozza con su leve y perenne mandibuleo mientras agarraba con cuidado sus cabellos. -  El Twitter estaba explotando ayer. La gente andaba arrechísima. El trending topic de ayer fue "#VenezuelaEnTerapiaIntensiva"

- ¿Y ustedes vieron lo que dijo Blanca Eekhout? - Preguntó Fernando -  Dizque lo mató la burguesía cobarde y sangrienta y tal. 

- Esa tipa es una pajua de primera. - Replicó Soraya una vez más molesta. - La gente ayer le dijo desiquilibrada, esquizofrénica, que era una irresponsable histérica.  

Vannozza tomó su celular, y con el brillo de la pantalla en su rostro burgués, leyó un tweet. 

- El mejor tweet de ayer fue: "@HeleCarpio: a Blanca le inocularon súper-poderes de detective/policía/forense ->> le tomó 30mints resolver el caso de RobertSerra"

- ¡Y el retrasado de Roque Valero tweeteo una pendejada más grande! - Agregó Eugenia quien hasta el momento había estado chateando en su teléfono con una sonrisa en su rostro. - Que aquí matan todo lo que huele a libertad. ¿Que van a hablar ellos? Bassil, Mónica Spear, la libertad de expresión. 

- La gente lo insultó demasiado ayer.

Tras la respuesta de Fernando, todos se sumieron en sus celulares. Tras unos segundos, Eugenia rompió el silencio. 

- Verga, pero es que ese tipo lo que da es risa. Oigan este respuesta a su tweet: "Si? Cuando te toca a ti" 

Todos rieron en medio de la tragedia.

- Y mataron a Serra en pleno Plan Desarme. - Dijo Fernando.

- ¿Que es eso? - Preguntó Vannozza a su hermano. 

- Te hiciste las uñas y los pies abajo? - Le dijo Eugenia a Soraya. 

- Sí, pero se tardaron full. - Criticó la bella Soraya. 

- El Plan Desarme es una humillación a los venezolanos. - Explicó Fernando. - ¡Se supone que los malandros van a ir voluntariamente a dar sus armas a cambio de una beca! ¿Tu puedes creer eso? 

- ¡Que bolas! - Gritó Soraya - ¡Cuanta impunidad! 

- Aqui reina el país de la oscuridad. -Afirmó Vannozza finalmente, leyendo un tweet de Leonardo Padrón.

En la mansión Castello-Rivedeneira hubo un silencio tétrico.